Llegar a Centroamérica es afrontar el gran reto de descubrir las maravillas que encierra tan variopinta y diversa región. Su lema es: Centroamérica tan pequeña… tan grande.
Una de las culturas más apasionantes de la humanidad es sin duda la civilización Maya, albergada en tierras centroamericanas que actualmente son territorio de Guatemala, México, Belize, Honduras y El Salvador. Guatemala es un país profundamente marcado por la herencia de la cultura Maya, presente aún actualmente en el día a día de los chapines (como se llama coloquialmente a los Guatemaltecos) en los colores que emplean, los tejidos, la música, la gastronomía, los productos artesanales, los paisajes, los usos y costumbres… ¡en todo!
En nuestra experiencia, tras un viaje largo, al llegar a Guatemala el estómago nos reclamaba empezar a probar la rica comida local, y abrimos boca en el restaurante Kacao, donde degustamos platos con auténticos sabores tradicionales de la cocina guatemalteca como el Jocón o el Suban-Ick con sus ricos tamalitos. Con el estómago lleno, proseguimos nuestra aventura por el corazón del mundo Maya.
Guatemala tiene un potencial histórico, arqueológico, cultural y natural inmenso. Una tierra de paisajes volcánicos y misterios dormidos, donde la tierra está viva, por eso se mueve a menudo, y a la que sus habitantes agradecen ricas cosechas de sus fértiles campos llenos de maíz, frijol, café, ayote -pariente de la calabaza-, bananas, caña de azúcar… En el departamento de Sololá, nos sumergimos de lleno en estos cautivadores paisajes.
Atitlán, el lago más bello del mundo según muchos viajeros, está enmarcado por los volcanes de Tolimán, San Pedro y Atitlán -del que toma su nombre el lago-, todos ellos de más de tres mil metros de altitud. En sus aguas -que alcanzan más de 350 metros de profundidad- abunda la pesca y hasta podemos encontrar cangrejos. Visitar el lago de Atitlán, es una experiencia preciosa e inolvidable en todos los sentidos.
“Utz ipetik“, significa “bienvenidos” en la lengua autóctona de Atitlán, el tzu tujil. Será fácil que lo escuches al llegar, pues sus habitantes son amables y acogedores. Puedes escoger Panajachel, a la orilla del lago, como buen punto de partida para adentrarte en él y descubrir sus más bellos rincones como San Pedro La Laguna o San Juan. Tomarse un tiempo para contemplar este lago, navegarlo y vivirlo, es muy recomendable. Atitlán rezuma tradición a través de toda las costumbres mayas que perviven en las vidas de los habitantes de esta región.
Las mujeres tejen desde niñas: cultivan algodón, elaboran hilo y lo tiñen de colores artesanalmente. Con él confeccionan vistosos tejidos que emplean para elaborar ropa y complementos que lucen y venden. Desde agrupaciones como “Viva Atitlán” se mantienen vivas costumbres mayas ancestrales como la elaboración de estos tejidos, las ceremonias tradicionales, el juego de pelota Maya, las artes escénicas y la música autóctona, la gastronomía, etc.
Mézclate con los locales, deja que los más sabios te cuenten sus experiencias y te muestren una diferente y cautivadora forma de ver la vida y el cosmos. Descubrirás que el maíz es la materia prima no sólo para sus platos: hasta el hombre, según sus tradiciones, fue creado a partir de maíz. Aprende acerca de los nawales y busca el tuyo. Déjate seducir por sus leyendas y encuentra a la llorona, a la caracaballo cigüanaba, al perro cadejo -que tal vez te vigile-, al sombrerón y al penitente. ¿Aún no les conoces? Hállalos en Guatemala.