Un fin de semana de arte, buena gastronomía, y sobre todo, el relax de sentirme como en casa es lo que me he encontrado estos días en Bilbao.
Nada más bajar del coche y poner un pie en el hotel Miró…hello! la recepcionista, una simpática políglota, nos esperaba para amablemente ofrecernos explicaciones, y darnos una cordial bienvenida, incluyendo todos los detalles que puedas necesitar para acomodarte en esta ciudad. El hotel no tiene parking propio, pero sí un espacio reservado en la misma puerta donde puedes aparcar mientras haces ckeck in y descargas cómodamente el equipaje. Hay un parking público a pocos metros de la entrada.
Lo primero que me apetecía era dar un buen paseo por los alrededores. ¿Si chispea? Te prestan un paraguas, ¿si hace sol? tienes a tu disposición unas bicicletas, perfectas para recorrer el centro y disfrutar de las calles bilbaínas.