Carlos Buj, experto en turismo responsable, autor del blog Viaje a la Sostenibilidad, nos habla sobre un tema en que muchos no hemos caido: los hoteles responsables.
Acabamos de celebrar el día mundial del turismo responsable. Muchas veces traducimos en nuestra imaginación este término como casas rurales en parajes inmaculados en un entorno natural maravilloso, lo cierto es que todo tipo de turismo puede ser responsable (o irresponsable). Desde la casa perdida en la naturaleza hasta un hotel de costa. Como el turismo es una industria que afecta a un grupo muy diverso de empresas, me gustaría centrarme en un tipo en particular que es piedra angular de la cadena turística.
Cuando pensamos en industrias contaminantes nuestra imaginación evoca una fábrica gris con una larga chimenea expulsando humo muy oscuro o vertiendo residuos a un río. También tenemos clara la imagen del tubo de escape por el que millones y millones de vehículos contaminan nuestros espacios urbanos.
Sin embargo, el turismo sigue contando con un imágen de “fábrica sin chimeneas”. Sin entrar en el transporte, que sin duda es el elemento más contaminante del turismo, otros elementos quedan bajo la alfombra. La mayoría de los establecimientosde cualquier tipo dejan una huella en el medio ambiente, y los hoteles no son una excepción. De hecho, el 2% de las emisiones de carbono globales son generadas exclusivamente por la actividad de los hoteles.
Otro dato para considerar es que pronto llegaremos a los 1.000 millones de turistas internacionales por año. La gente viaja cada vez más y según aumenta crece el turismo también lo hace a presión sobre el medio ambiente y el consumo de recursos. La forma obvia de paliar esto es reduciendo el impacto por turista.
Los distintos procesos operativos que se producen dentro de los muros de un hotel, tales como cocinar, los residuos, el consumo de agua, el transporte de comida, el uso constante de electricidad, y otros también tienen un efecto sobre el medio ambiente. La mayoría de los estos procesos no son visibles por el turista o percibidos por el hotelero como un problema. Por ello, entre los objetivos de nuestro proyecto está visibilizar esta huella ambiental del hotel y contribuir a que ésta deje de ser invisible, invitando a la competición entre los hoteles para tener la más baja.
Afortunadamente, las buenas prácticas que minimizan el impacto negativo de los hoteles no tienen por qué costar dinero al hotelero. De hecho, reducir los consumos de electricidad y agua, y minimizar los residuos baja los costes operativos. Una relación win-win para el planeta y el hotel, por decirlo así. A veces, sólo se necesita cierta inversión inicial en mejorar la eficiencia y amortizarla en los años siguientes, tal como explica Joaquín Pineda en esta excelente entrevista. El uso de energía renovables, que reducen la huella ecológica de cada estancia en el hotel, puede ser objeto de subvenciones y reducir el riesgo del previsible aumento de precios de los combustibles fósiles a medio plazo.
Que las acciones de sostenibilidad sean valoradas por el visitante es un reto. Nadie va a elegir un hotel porque ahorre agua o use energía solar. Sin embargo, hay otras buenas prácticas e iniciativas que sí pueden ser valorados por el viajero, a veces gracias a una institución.
Carlos Buj, de Responsible Hotels