Encontrar una isla entera sin un kilómetro de playa, no es nada frecuente… pero puede ocurrir. Lo habíamos visto en Malta, y ahora en Madeira descubrimos que aquí también estamos ante la misma situación: aquí no hay playa. Sin embargo, hay distintas opciones para disfrutar de geniales baños en agua, tanto dulce como salada: navegando, en piscinas naturales, un parque acuático o incluso en aguas terapéuticas.
Dando un paseo por el puerto de Funchal descubrimos casi sin querer los servicios de catamarán que te invitan a disfrutar del mar de una forma muy especial, ya que navegas junto a delfines, y si tienes un poco de suerte, ver ballenas en pleno océano Atlántico. Tras un paseo agradable al sol, puedes bañarte y disfrutar lejos de la costa de la panorámica de la isla y de las cálidas aguas que circundan la isla.
Bordeando la isla, o bien atravesándola, se puede llegar desde Funchal hasta San Vicente, una localidad en donde con aire de playa, aunque obviamente de forma muy distinta a la que estamos acostumbrados en otros destinos. Hay unas piscinas naturales de roca incluso con pequeños salientes para poder tirarse al mar desde pocos metros de altura. Al fin y al cabo, sitios idílicos y naturales donde mimetizarte con el entorno. Creo que este tipo de entradas al mar se aprecian incluso más que las playas, porque aquí no encontrarás tópicos como el chiringito atestado de gente, los niños revolviendo la arena con palas y cubos o la masificación de sombrillas y toallas que abarrotan otros destinos de costa.
Aunque en todo folleto turístico siempre te aconsejan ir hasta Puerto Moniz para bañarte en sus “piscinas naturales”, desde aquí queremos descubrirte un sitio muchísimo mejor y muchísimo menos abarrotado de gente, además de gratuito. Se trata de las piscinas naturales de Seixal, un pequeño pueblo antes de llegar a Moniz (hablamos de unos 15 ó 20 minutos de coche), que, personalmente, tiene mucho más encanto de pueblo de isla que muchos otros de los que visitamos en Madeira. Para los amantes del agua, sus espacios “cerrados” sin oleaje, pero con agua de mar, y la tranquilidad de no ser punto turístico lo hacen especial y único para el disfrute. Por toda esta costa norte de Madeira las vistas de acantilados, mar, y montaña son emocionantes.
Aun así, si no te convence alguna de las curiosas formas de diversión acuática que te hemos nombrado, puedes siempre disfrutar de la piscina o spa que casi seguro encontrarás en tu hotel. Suelen ser amplias piscinas con toda clase de servicios adicionales para ponerse moreno, descansar al sol, actividades varias, y darse un buen chapuzón.
Quien pudiera ir al un lugar tan maravilloso.
quien pudiera ir a un lugar tan maravilloso