Hace 3 años abrí este blog por muchos motivos, entre otros, hablar y compartir la experiencia, la huella imborrable que nos dejó vivir el 11 S.
Hoy, que el 11 de Septiembre vuelve a estar en los medios porque se “celebra” ya su décimo aniversario, os quiero dejar aquí mi testimonio, en español, tal cual lo escribí esa semana, tal cual yo lo viví, sin retocar ni una sóla palabra. Aquí tenéis un fragmento de mi vida, las líneas exactas que, en unos días que nos marcaron a todos, transmití a mi padre por email desde Manhattan:
«Ha sido, y está siendo horrible.
A las 9:15 del martes 11 de Septiembre, a punto de salir hacia clase, una locutora chillaba en la radio: “Que todos los habitantes de Nueva York abandonen la ciudad, nos están atacando!!! otro avión!!!, hay un segundo avion!!!“… “Mira tú, aquí también hay una versión americana de Gomaespuma” -pensé-, ya que todo estaba tranquilo a mi alrededor, y ni por un momento creí que fuera cierto. Pero el “sketch” era demasiado largo, demasiados gritos, y por alguna razón, no se oían risas de fondo. Recordé “La guerra de los mundos“, y pensé que se trataba de una radionovela. Intranquila, bajé a la calle justo contándole a mi compañera de habitación lo que había oído en la radio mientras acabábamos de arreglarnos para salir. Dudaba que fuera algo serio, pero la idea de que se tratase de ficción se desvaneció al ver a una mujer llamar por teléfono a su marido, que trabajaba en el World Trade Center, y decirle: ¿Estás bien? ¿Seguro? Te quiero mucho… ¡Ven! Colgó y señaló hacia Downtown (yo también vivo en Manhattan, solo que un poquito más al Norte, en lo que se llama Uptown… ¡menos mal!). Miré hacia allí: HUMO, mucho humo, eso era todo lo que se veía.
Corriendo hacia un teléfono, a llamar a mi familia: España directo… su llamada será atendida por operadora:
-Oiga, ¿desde dónde llama?
-Desde Nueva York
-¿Qué esta pasando alli? ¿Es verdad lo que dicen las noticias?
-Sí, es cierto
-¿Y qué pasa?
-Oiga, me puede poner con el número q le digo, por favor????
Hola, ESTOY BIEN, decidlo a toda la familia.
Corriendo la universidad, a Internet 30 emails de gente preguntando. Dentro, las clases seguían, la gente sin inmutarse hacía sus tareas…
Abro la web de la CNN, la de Terra, todas las que puedo, y empiezo a imprimir cosas sin parar para que todos vean lo que pasa… pego una hoja en la pizarra que dice: SE HAN CAIDO LAS TORRES GEMELAS. Imprimo fotos. La gente sigue haciendo sus deberes, yo flipo.
Bajo al primer piso, donde hay una tele. Otro avión en el Pentágono. Y otro en Pittsbourgh. No se qué dicen que pasa en los aeropuertos de Boston y de Los Angeles. Estoy poniéndome muuuuy nerviosa.
De nuevo a Internet, y de vuelta a la tele… la gente “tranquila”. Algunos sólo se preocupan de que si van a cortar el metro no pueden volver a sus casas, y sólo eso les jode… Aaaaaaaaaaaaaah!, esta gente no se entera!!!
TV, Internet, TV…
Ale, por fin dicen que a las 13h. se suspenden las clases. Me voy a casa.
En la calle, por todas las Avenidas (subo por la 4ª) viene una avalancha de gente andando hacia el Norte, con los móviles en la mano, carteras, cámaras… las tiendas van cerrando al paso de la marabunta de gente. Las paredes están cubiertas de cientos de fotocopias que dicen “Give Blood”, y dan una dirección. Se trata de un centro de salud en la 3ª Avenida. Vamos a ver. La cola de donantes se extiende como 1/2 kilómetro. Abierto 24horas, toda la semana… volveremos más tarde. La avalancha de gente sigue subiendo hacia el Norte, yo también, hacia mi residencia, que es un edificio judío. El lío que hay allí montado es increíble. No he estado fuera ni 4 horas y parece otro lugar completamente diferente. Policía por todo. Hay una sala de TV abajo, que está atestada de gente, con la mirada fija en la pantalla y la boca abierta. Yo afuera sólo veo la nube de humo y la enorme cantidad de gente caminando sin rumbo -porque el transporte público no funciona-, las tiendas cerrando, el pánico cundiendo alrededor de mi edificio en la calle 92.
Las líneas de teléfono no dan abasto. La mayoría de teléfonos no pueden usarse más que para llamar al 911 (como el 091). Nada, imposible volver a contactar con mi familia de momento.
Gente haciendo maletas, “yo me voy“, dicen. Los Consulados, las Embajadas… todo abarrotado, alerta.
CAOS
Se habla de la III Guerra Mundial, ¿y ahora qué?
A aguantar aquí, a ser valiente, a no tener demasiado miedo.
Calma.
Por la noche, a dormir con el chándal puesto y un bolso con el pasaporte, algo de dinero y una chaqueta a los pies de la cama. La radio encendida. La cabeza, pidiendo a gritos una aspirina.
Día siguiente. El silencio invadiendo la “ciudad que nunca duerme”. Los teléfonos aún saturados. Poco que hacer. Se piden voluntarios para ayudar Downtown, pero si no puedes ir a excavar o a curar a la gente herida, mejor quédate en casa y no molestes a los servicios de rescate. La gente tensa, cansada. Alerta máxima.
El humo se ha metido en la habitación. Apesta. Llega el olor a 2kms de distancia.
Aunque parece que esta noche sí podremos dormir… Pues NO.
23h, a punto de acostarnos:
-¡Bajad a la tele!
-¿Qué pasa?
El Empire State Building acaba de ser desalojado, y también la Estación Penn. Eso esta en Midtown, en la calle 34. Más cerca.
Nervios de nuevo. Chándal, bolsa preparada… pero ya no podemos más. Basta de radio.
Nos juntamos varios y ponemos música: Bob Dylan, Sabina… algunos estudiantes extranjeros cantan sus canciones, los himnos de sus países… nos vamos relajando.
Hoy todo parece ir volviendo poco a poco a la calma.
Pero el camino a la universidad no ha sido como todos los días.
No. Hoy la gente no habla de nada más. Casi no habla de nada, todos sabemos lo que el de al lado tiene en su mente ahora mismo. Todos hemos vivido estos sentimientos: tristeza, impotencia, preocupación, dolor por la injusticia, rabia…
El silencio sigue pesando sobre las calles, mucho. Sobre los pasillos también.
He llegado a clase y el profesor no va a dar la lección correspondiente de hoy. “Hoy” está fuera de lugar. El hombre sigue en estado de shock, triste, pregunta por los alumnos que faltan, no sabemos dónde están varios de nuestros compañeros. Nuestra mente sigue en parte anclada en la mañana del martes, y por otra parte pensando dónde vamos a pasar la próxima semana, cuándo volverá todo a ser “normal”, si es que eso sucede alguna vez.»