Hace años que cuento en cientos -¡ya miles!- de cartas, artículos y posts, historietas de viajes de todos los tipos. Viajes con mochila, viajes de auténtico lujo, cerquita o lejísimos, escapadas fugaces, grandes viajes largos, rutas sola, destinos en familia, aventuras con amigos, lugares de trabajo… siempre recuerdo los viajes como parte de la vida, desde luego, de mi vida viajera. Espero que, al compartirlos así, también parte de la tuya.
Tengo pasaporte prácticamente desde que nací, ya que me crié cerca de la frontera con Francia y viajábamos al país vecino para experiencias tan rutinarias como comprar ropa o comida –oh là là, le fromage français-, o simplemente ir de excursión por el monte.
Siendo una renacuaja de primaria, volar frecuentemente -sola- era ya también parte de mi rutina. Cruzaba España de norte a sur y sur a norte. Desde esa edad tuve la suerte de que mi padre valorase mucho la educación en inglés, así que me sumergía de lleno en este idioma cada vez que podía. ¡Gracias, padre, por enseñarme esta herramienta con la que es maravilloso poder comunicarse con prácticamente todo el mundo! De mis abuelos mamaba también algo de fabla aragonesa. Y del Conservatorio, otro maravilloso lenguaje universal que ha marcado mi vida: la música.
Terminando la EGB volaba rumbo a pasar una temporada en Irlanda. En el instituto, crucé por primera vez el charco rumbo a EEUU.
Y continuaron los viajes por Europa y ¡África! Ser alumna de Matrícula de Honor ayuda -a veces- a moverse un poco. Así hice intercambios culturales varios, exploré destinos con fines educativos… y por supuesto siempre correspondiendo con reciprocidad: ofreciendo una casa abierta a personas inquietas y viajeras con ganas de aprender nuestra cultura. Dar ayuda a poder recibir. Porque… ¡en serio!: cuanto más viajo, más me gusta mi pueblo 🙂 ¡y enseñarlo!
Con veintipico llegó el turno de Asia, y me enamoré profundamente del sudeste asiático. Latinoamérica también me robó un trocito de corazón. Y seguí viajando y viajando… Por trabajo, por placer, porque sí… Trenes, aviones, coches, autobuses, barcos… páginas y páginas de historias que contar. Lecciones de vida. Toneladas de vivencias cargadas de aprendizaje y situaciones que aportan perspectiva y apertura de mente a esta servidora montañesa.
Me parecen pocos los destinos que he recorrido aún. Y digo recorrido, porque no cuento países por “pisarlos”, sino que me gusta poder vivirlos, estar tiempo con la gente local, vivir con ellos y entre ellos, empaparme de lo que realmente les importa y les preocupa, de su filosofía. Aplicar en la medida de lo posible el ahí donde fueres haz lo que vieres. Saber cómo ven el mundo en distintas comunidades es apasionante. Me han enriquecido muchísimo culturalmente destinos como Laos, Rusia, China, Mongolia, Tailandia, Malasia, Cuba, Perú, Canadá, Suiza, Alemania, Jordania, Egipto, Túnez, Sudáfica, Polonia, Hungría, Austria, Finlandia, Eslovenia… y ¡lo que me queda por averiguar!.
La inquietud aún me lleva a pasar más y más tiempo dedicado a conocer mejor a sus gentes, a profundizar, a entender. A dar más. A desear mostrar y explicar también cómo son las cosas en mi país, en el norte y en el sur, de este a oeste, con unos y con otros. A comparar, a contrastar, a compartir y sentir, a EMPATIZAR.
Cruzando la estepa siberiana helada, caminando en la sabana africana o simplemente meditando en un templo budista, siempre hay una descarga de energía que intercambiar con otras personas increíblemente interesantes. Todos formamos parte de este viaje.
Y con la mano en el corazón, ¡venid a ver mi pueblo, que os va a encantar! Estáis invitados.
Dedicado a Mochileros TV
Ana, me doy por invitada y me apunto a visitar tu pueblo 😉
Bonito y sentido post, sí señora.
Abrazo.