Idílica. Así de simple se puede definir y sentir la experiencia vivida este singular lugar del Pirineo gironés en Cataluña. Es la primera palabra que me vino cuando tuve que explicarselo a un amigo. Idílico es el enclave que guardan sus montañas, y que, soleadas, nevadas o plagadas de ese verde característico del pino negro, maravillan a primera vista. El Valle de Núria es uno de esos lugares mágicos, uno de esos secretos a voces, una visita obligada por cualquier amante de la naturaleza.
La historia comienza en Ribes Vila, una de las paradas del tren cremallera, un proyecto ideado hace casi 100 años y que inauguró su primer viaje al Valle de Nuria en 1931. Con casi 13 kilómetros de espectacular recorrido por escarpadas laderas y túneles de piedra, y superando más de 1.000 metros de desnivel, es la única forma de acceder a Núria, preservando toda la intimidad y la magia histórica del lugar.