Santiago de Compostela, ciudad monumental donde las haya, lugar de buen comer y final del Camino. Santiago me enamoró nada más poner un pie en la Plaza del Obradoiro. No hace falta ser religioso o peregrino para alcanzar el éxtasis recorriendo las calles de la ciudad. La majestuosidad de la Catedral de Santiago, el ambiente, sus inigualables bares de tapas y restaurantes…
Aires del pasado se respiran a cada paso que damos por la ciudad. Son muchos los edificios, civiles y religiosos, que dotan a Santiago de Compostela de un halo mágico. En cada rincón se respira cultura, arquitectura, historia… la Plaza del Obradoiro, el corazón mismo de la ciudad, es punto de encuentro de peregrinos.