Pocos lugares he contemplado que hayan llamado tanto mi atención como el Parque Natural de Monfragüe, en la provincia extremeña de Cáceres. Se trata de un precioso valle por el que discurren los ríos Tajo y Tiétar, un paraje natural de belleza excepcional que se prolonga durante 30 kilómetros y que está salpicado de sierras bajas de bosque y matorral mediterráneo.
Asomarse sobre el Tajo en estos parajes y arrancarle ecos a sus escarpados peñascos provocan en el visitante un efecto casi hipnótico. Sus aguas verdes, de espejo, le roban reflejos a la tierra y ofrece estampas de una naturaleza salvaje y una simetría vertiginosa. Conviene acercarse si sufrimos una época de estrés, relajarnos en el silencio de Monfragüe y perdernos en la inmensidad de sus paisajes.