Llevamos una semana inmersos en el Mundial y parece que hemos estado aquí toda la vida – los 32 equipos han jugado y el torneo se afianza.
He visto a los Bafana Bafana (el apodo de los chicos de la selección nacional Sudafricana) con los locales y a Robert Green dejar que la victoria se le escapase entre los dedos.
El emblemático icono de Sudáfrica Africa 2010 hasta ahora no es una persona, ni una imagen, ni siquiera un momento destacado. Es un sonido: el ruido de la vuvuzela, que crea más división de opiniones que el propio fútbol.
En la apertura de este torneo, entre los anfitriones y el flamante equipo Mexicano en Johannesburgo, fue la banda sonora introductoria de la vuvuzela desde Sudáfrica para todo el mundo.
Ví el partido en un bar y temí por mis tímpanos mientras animaba a Inglaterra contra EEUU. De todas formas, en el estadio, el sonido de la vuvuzela no es tan malo como parece por TV.
Quienes vienen de fuera de Sudáfrica quieren que se prohíba en sonido de estas trompetas – la BBC ha recibido más de 500 quejas y se ha desatado gran repercusión mediática.
Desde las gradas, es parte de la atmósfera, al igual que los himnos de los clubes o los contos contra los rivales. Dudo que los cánticos e improperios propios de los fans ingleses se prohibiesen en el mundial del 2018 si allí fuera ¿verdad?.
La vuvuzela es parte de la cultura musical de Sudáfrica desde los 60. Es una versión del cuerno de antílope kudú empleado como sonido común en las últimas décadas.
Sólo me ha molestado en una ocasión; cuando un chico justo a mi espalda empleó mi hombro como apoyo para su vuvuzela y sopló con fuerza (¡creo que lo hizo porque le compré un helado a un jovencito que estaba a su lado pero no era él!).
En las manos de los fans africanos, la vuvuzela es una tradición Sudafricana que no ha faltado en ninguno de los partidos a los que he asistido estos días.