Un laberinto de callejuelas empedradas donde sobreviven antiguas leyendas y transcurre una vida desenfadada, esta es la esencia de Edimburgo. La capital de Escocia es una amalgama de culturas que regala modernas discotecas situadas dentro de edificios medievales para demostrar su exquisito gusto para conjugar lo antiguo y lo reciente.
Sus bellísimas construcciones victorianas, los interesantes museos y los pasadizos subterráneos que esconden leyendas también han puesto su granito de arena para hacer de Edimburgo la ciudad más visitada del Reino Unido.
Edimburgo tiene dos caras: la parte medieval ubicada sobre la colina y la zona georgiana, más reciente y elegante. La Ciudad Vieja es atravesada por la famosa Milla Real, el antiguo centro de paso de la realeza. Hoy es un entramado de restaurantes, cafés y tiendas situados en antiquísimos edificios de aspecto impresionante y formas caprichosas que en la noche parecen cobrar vida a través de múltiples leyendas urbanas.
Foto tomada por Martin Pettitt
El tramo de Castlehill es el más angosto pero uno de los más interesantes. Aquí coexiste lo más autóctono de Edimburgo representado por artistas disfrazados de guerreros y músicos que ostentan las galas escocesas. Ya que estamos en la zona, la Casa del Whisky amerita una visita. Entre sus paredes se custodia la mayor colección de whisky del mundo e incluso se podrá ver cómo se produce esta bebida.
Y hablando de museos, los apasionados por el arte y la cultura estarán de plácemes en Edimburgo. Tienen a su disposición la Galería Nacional de Arte Moderno donde se exponen obras de Magritte y Matisse y la Galería Nacional de Escocia donde Boticelli y Da Vinci se entremezclan con Goya, Monet y Gauguin.
Regresando a la Milla Real, vale la pena llegar hasta High Street, la zona más espectacular de todo el recorrido. Entonces distinguirán el perfil de la cúpula de la Catedral de San Gil dominando todo el espacio urbano. El colorido de sus grandes vitrales contrasta fuertemente con el ambiente austero y más bien sombrío que la circunda.
No obstante, el verdadero emblema de la ciudad resale al siglo XI: el Castillo de Edimburgo. Si traspasan su umbral les maravillará el esplendor de las joyas de la corona que allí se exhiben o podrán disfrutar de sus relajantes vistas panorámicas. Pero si amas la historia entonces el sitio perfecto es el Palacio de Holyrood. Desde el comedor deberás subir por una escalera de piedra y al fondo encontrarás los aposentos donde María Estuardo vivió su histórico drama.
Foto tomada por Sheep Purple
En las noches Edimburgo se viste de fiesta y regala un espacio para cada gusto. Bien vale la pena pasar una noche en la taberna Deacon Brodies, uno de los pubs más famosos de la ciudad o llegarse hasta la cervecería Abbotsford, donde aún se conserva toda la magnificencia del período eduardiano en un ambiente que desde el 1902 ha atraído a la flor y nata de los intelectuales de la ciudad. También recomiendo pasar algunas horas en The Elephant House, la cafetería que alcanzó su fama gracias a que vio nacer la historia de Harry Potter.
Foto tomada por Dick Penn