Uno puede asociar rápidamente las Islas Canarias a playas caribeñas, pero nada más lejos, las islas ofrecen un elenco de alternativas apartado de sus envidiables playas, pero con el mismo clima agradable. Entre ellas descubrimos el senderismo, y elegimos el Valle de San Pedro para sumergirnos en la historia aborigen del lugar y conocer más sobre la cultura y el pasado canario.
Entramos por Agaete, una localidad costera al noroeste de Gran Canaria conocida, entre otras cosas, por el Dedo de Dios, un accidente geográfico de 14 millones de años, y por su fiesta de La Rama el 4 de agosto (en honor a la Virgen de las Nieves), que originalmente era un ritual para invocar agua. Adentrándonos en el interior, nos acoge el Valle de San Pedro, al norte del Parque Natural de Tamadaba, en donde encontramos acogedores pueblos de casitas blancas (al contrario que el colorido que presentan otras construcciones en la isla), debido a la cal viva que se usó para pintarlas.
Comenzamos el sendero en San Pedro, donde no nos debemos olvidar de comprar fruta (especialmente las naranjas, dulces y enormes, y el popular plátano de Canarias) que nos servirá de tentempié en el camino. Con ropa cómoda estándar (no es necesario ningún material o complemento especial) nos esperan rutas variadas dependiendo de la dificultad y el tiempo que queramos invertir. Una buena elección para pasar la mañana es subir hasta las cuevas esculpidas en la roca, a unos 800 metros de altura y con unas vistas envidiables del valle.