Brujas es una de las ciudades más bellas en la que he puesto los pies. Las casas típicas emergen del agua de los canales entre la neblina que suele ser típica de esta zona, que llama a la lluvia y provoca que fachadas y muros se llenen de musgo y verdín.
Llegué a Brujas después de conocer Amberes, otra preciosa ciudad de Bélgica. Me sorprendió la gran cantidad de edificios armónicos que la componen, iglesias, casas y torreones que, junto con los canales, otorgan a la ciudad aspecto de cuento, sobre todo durante la noche, cuando sus callejuelas se iluminan con luz amarilla y tenue.
El nombre de la ciudad, contrariamente a lo que muchos podáis pensar debido a lo que “brujas” significa en castellano, quiere decir “puentes”, debido al gran número de pasarelas que podemos encontrar en la ciudad que unen ambos lados de los diversos canales que la componen. Tanto es así que se conoce esta bella ciudad europea con el sobrenombre de La Venecia del Norte.
Al margen de los canales, la zona más bella y destacable es su casco histórico, uno de los más bonitos de toda Europa y donde encontraremos, intactas, muchas de las construcciones medievales. De hecho, el centro histórico de Brujas es Patrimonio de la Humanidad. Pero no sólo destacan sus castillos, torreones o iglesias de arquitectura medieval, o su arquitectura neogótica del XIX, también confieren un gran atractivo a la ciudad sus numerosas casas con remate escalonado tan típico de los países bajos.
Una de las zonas más tranquilas donde recomiendo tomar un respiro es el Parque del Lago del Amor o Minnewaterpark, al sur de la ciudad. Es el lugar ideal para llevar a tu pareja si vas a Brujas de viaje romántico, un lugar que es recomendable visitar en otoño, cuando amarillos, rojos y ocres tiñen la gran variedad de árboles convirtiendo este parque en un lugar idílico.
La magia que de por sí tiene Brujas queda un poco empañada por la gran afluencia de turistas que abarrotan sus calles y plazas. En la parte del centro es posible encontrar todo tipo de restaurante o tiendas de souvenires y, por supuestos, una gran variedad de chocolaterías. Es muy típico tomar una cerveza acompañada por unos Mosselen met frieten (Mejillones y patatas fritas). La verdad es que a mí me supieron deliciosos.
Si lo que queréis es visitar importantes monumentos, os recomiendo que no os perdáis La Iglesia de Nuestra Señora que atesora en su interior la madonna de Miguel Ángel, los Jardines del Palacio de Gruuthuse, la plaza Markt (en la que destacan las casas de los gremios o el Beffroi), la Catedral del Salvador, el Ayuntamiento o la Basílica de la Santa Sangre, donde se guarda como reliquia la supuesta sangre de Cristo.
Pero lo que ningún viajero que visite Brujas debe dejar de hacer es dar un precioso paseo en barca por sus canales. Por media hora a nosotros nos cobraron seis euros por cabeza, un precio más que asequible para descubrir una de las ciudades europeas más bellas y mágicas desde un punto de vista muy especial.