Cuando uno va con su turismo por la ciudad, se para en un semáforo, y ve a su lado a un enorme 4×4, viene siempre a la cabeza el pensamiento de “para qué algo tan grande sobre el asfalto plano de la ciudad”. Sin embargo, cuando uno está en plena montaña, con adversidades en carretera de todo tipo, multitud de terrenos y condiciones diferentes, y añadiendo además una capa de nieve y hielo, es cuando se echa de menos tener un buen coche todoterreno.
Y no un 4×4 cualquiera, sino uno que sea además inteligente, cómodo y con los mejores sistemas de seguridad. Para ello Land Rover ha creado en la estación de Grandvalira el espacio Land Rover Experience, un curso especializado de conducción sobre nieve y hielo con el que se puede aprender a reaccionar ante las situaciones más peligrosas, controlando el coche en los entornos más duros.
Fue una sorpresa muy agradable cuando, estando en Andorra, y queriendo descubrir sensaciones diferentes al esquí, tuvimos la oportunidad de probar esta experiencia en un circuito bien delimitado en Grandvalira, donde nos esperaban 4 todoterrenos de altas prestaciones para experimentar sobre la nieve las características de seguridad que ofrecen los últimos 4×4 de Land Rover.
Todo empezó con una calurosa bienvenida en la sala de conferencias del Sport Hotel Village, donde Xavi, representante de Land Rover, nos realizó la presentación de todas las novedades y características de estas “máquinas inteligentes”. Y las llamo así porque te das cuenta de que llevan completos ordenadores a bordo que facilitan, tanto como tú quieras, la conducción en todo tipo de terrenos y condiciones. Puedes elegir desde una conducción más libre, hasta una más asistida.
Todo parte del sistema Terrain Response que llevan estos coches, y con el que el vehículo se adapta al terreno que escojas: carretera general, hierba, gravilla, barro, nieve o arena. La sensación de seguridad que da este sistema es sólo explicable cuando, al volante, te van enseñando cómo con sólo pulsar un botón, las ruedas, amortiguadores y frenos se ponen a tu disposición para que sólo te preocupes prácticamente de disfrutar de la conducción.
El circuito consta de diferentes partes. En la primera de ellas te presentan el ABS, para que lo puedas notar al tener que frenar de golpe y girar al mismo tiempo antes de llegar a unos conos. ¡Todo esto con nieve en el suelo y nevando, claro! Después nos invitaban a hacer slalom a través de unos conos. Es impresionante cómo tienes que anticiparte, no al cono que vas a pasar, sino al siguiente. Siempre con el volante recto (nunca contra-volantando) y girando casi en sentido contrario al cono que estás pasando. ¡Un lío al principio!, pero te acostumbras fácilmente, sobre todo si tienes a los excelentes profesionales/profesores que te explican el por qué y el cómo de cada maniobra.
Con el tercer tramo del circuito viene un reto importante: la subida por una pendiente. Con sus más de 300 caballos de potencia, y la cantidad de baches y nieve polvo que afrontábamos, el coche literalmente rugía subiendo por la montaña. Aún con todo el “escándalo” que podía sentirse, puedo asegurar que me sentía absolutamente seguro que el vehículo respondía sin problema a tal adversidad. Es emocionante lograr llegar a la cima en esas condiciones, sin derrapar ni deslizarse hacia atrás.
Pero sin duda, una de las experiencias más emocionantes fue bajar después la pendiente subida, con mucha nieve polvo, irregularidades en el terreno, y nevando. Aprendimos muy rápidamente una de las (aparentemente) acciones lógicas que nunca hay que hacer cuando te patina un coche bajando por nieve: frenar. Con más de dos toneladas de vehículo inteligente creando una simbiosis de control entre humano y máquina, el descenso con estos Land Rover parece más fácil que aparcar, más aún si activas una de sus joyas tecnológicas, el Hill Descent Control, con el que, literalmente, puedes soltar los pies de los pedales y preocuparte sólo de la dirección, pues el coche va frenando (sin derrapar) automáticamente y con velocidad controlada durante toda la pendiente: un completo lujo de confort en una de las situaciones más adversas en la montaña de invierno.
Unas maravillas de la tecnología, unos profesores pacientes y atentos, un entorno invernal inmejorable -tanto por la calidad del entorno como las condiciones precisas para disfrutar del reto humano y tecnológico– crean una experiencia de conducción única tanto para amantes del motor, como para amantes de la nieve … ¡o de ambas cosas! Espero el año que viene poder repetir el mismo cursillo, o incluso poder probar otras de las modalidades a las que se adaptan estos vehículos … ¡además, es gratuíto! Sólo tienes que reservar el día que más te apetezca y lanzarte a vivir esta singular experiencia.
Después de la emoción de este circuito, el Sport Hotel Village te ofrece un espacio cálido y acogedor donde relajarte y disfrutar de una hoguera y la compañía de los ya formados conductores. A más de uno le picó poder tener uno de estos vehículos en su próximo viaje a las montañas … ¡a mi incluido!