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Portoroz y Piran: Toda la belleza de Eslovenia

Hoteles de lujo, casinos, centros termales, locales y negocios de moda hacen de Portoroz una exquisita meta turística. Y es que, cuando una buena parte de Europa se encuentra bajo los efectos de la lluvia o la nieve, esta pequeña ciudad nos acoge con el sol y temperaturas más altas.

Portoroz, una belleza que mira a la costa adriática, es uno de los centros balnearios más famosos de Europa y sin lugar a dudas el más frecuentado de Eslovenia. Desde el siglo XIX esta ciudad ha sido una meca de la estación termal, cuando las personas acudían para curar las enfermedades reumáticas y de la piel.

Hoy Portoroz ha cambiado muchísimo su aspecto: por sus calles lo mismo pueden encontrarse elegantes limosinas que lujosos restaurantes y casinos con sus correspondientes alfombras rojas que incitan a entrar o deliciosos restaurantes con terrazas que miran al mar.

Precisamente uno de los mayores atractivos de la ciudad es Obala, un paseo sobre el mar que se extiende por varios kilómetros que pueden recorrerse a pie en dirección a Piran. En los días despejados se pueden apreciar a lo lejos las costas italianas y croatas. Así, con el mar a un lado y una larga serie de bares y restaurantes al otro, es difícil no dejarse seducir por el embrujo de esta ciudad.

Llegando a Piran te podrás aventurar en un centro histórico excelentemente conservado. La influencia veneciana se aprecia por doquier, ya sea en la esbelta torre de la Iglesia de San Jorge, inspirada en la Iglesia de San Marcos, o en las callejuelas medievales donde se conjugan todos los colores del gótico y el barroco. Si recorres las calles con atención podrás encontrar exquisitos detalles decorativos en las fachadas de las casas pero sin lugar a dudas una de las más sorprendentes resulta la Casa Veneciana, con su fachada roja y sus arabescos blancos que se enclava en la Plaza Tartini. Y precisamente este sitio es ideal para detenerse a tomar un café o un refrigerio ya que es una de las plazas más bellas de Eslovenia y trazuma historia y elegancia.

Una parada obligatoria es Forma Viva, una colección de esculturas de piedra al aire libre que se ha ido conformando a partir de los encuentros internacionales de los escultores que se iniciaron allí desde el año 1961. Así, en cuatro décadas de actividad escultores de más de 30 naciones le han dado vida a más de 120 esculturas, testigos mudos del devenir de la ciudad.

Por último, estando tan cerca de la gruta de Postojna sería un verdadero pecado no salir de la ciudad para redescubrir esta maravilla de la naturaleza. Sólo llegando hasta la gruta y descendiendo por una red de más de 20 kilómetros de túneles podremos comprender por qué los espeleólogos afirman que el panorama subterráneo esloveno es uno de los más bellos del mundo: un sinfín de caprichosas formas que adquieren nueva fuerza con la tenue luz artificial que las ilumina. Vale aclarar que parte de la visita se realiza a bordo de un tren y otra parte a pie.

Cuando finalmente debes abandonar Eslovenia te queda una inexplicable sensación de nostalgia en el corazón y sin lugar ya estás planificando el próximo viaje.

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